*** En ocasiones, tenemos que variar un poco la presentación para que parezca que comemos cosas distintas. Es una forma divertida de cambiar la apariencia de algo para ofrecerlo en un momento especial, como una fiesta de cumpleaños o una cena informal con amigos.
INGREDIENTES:
- 500gr de espinacas congeladas
- 100gr de jamón york
- 4 ciruelas pasas
- 1 cucharada de piñones
- 1 cucharada de harina
- 1 cucharada de queso en polvo
- 200ml de leche
- 12 o 14 láminas de pasta filo
- Aceite para freír
ELABORACIÓN:
Descongelamos las espinacas y les damos una cocción en el microondas de 5 minutos en su propio jugo y manteniéndolas tapadas para que no se sequen.
Ponemos una sartén al fuego y agregamos una cucharada de aceite de oliva, introducimos las espinacas cocidas y una pizca de sal. Las tapamos y dejamos que se rehoguen despacio removiéndolas de vez en cuando.
Mientras se hacen las espinacas, picamos las ciruelas lo más pequeño que podamos y reservamos.
En otra sartén, ponemos una cucharada de aceite de oliva y cuando alcance temperatura, ponemos el jamón york picado para que se fría un poco.
Cuando tengamos el jamón hecho, incorporamos las ciruelas y los piñones, apagamos el fuego, tapamos y reservamos.
Una vez rehogadas las espinacas, añadimos una cucharada de harina y ligamos con éstas para que cuando incorporemos la leche, se forme una crema que conseguiremos removiendo las espinacas con ayuda de un tenedor de madera.
Para potenciar un poco el sabor y la cremosidad, podemos poner una cucharada de queso en polvo.
Terminamos por introducir el jamón con los piñones y las ciruelas. Removemos un poco y apagamos el fuego. Dejamos que se temple para poder rellenar la pasta filo.
Una vez tengamos frío el relleno, sacamos la pasta filo del frigorífico y separamos láminas de dos en dos. Las cortamos con ayuda de unas tijeras de cocina en cuadrados y colocamos una cucharada de relleno sobre el cuadrante.
Pincelamos con un poco de agua y plegamos con mucho cuidado para que no se rompa.
Terminamos sellando con pincelada de agua y presionando un poco para que no se abra. Repetimos la operación hasta que nos quedemos sin relleno.
Llegados a este punto, tenemos la opción de guardarlos en el frigorífico hasta el momento de freírlos, o congelarlos para freírlos otro día. No hay nada como ser organizados y adelantar el trabajo.
Para freír los bocaditos, pondremos una sartén no muy grande, pero sí profunda con abundante aceite y esperar a que alcance temperatura.
Metemos de uno en uno los bocaditos, procurando que no se queden pegados y en cuanto tomen color, les damos la vuelta.
Los sacamos a un plato forrado con papel de cocina para que suelten el aceite sobrante.
Cuando tengamos todos los bocaditos hechos, los pasamos a una fuente y listos para ser consumidos calentitos.
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