En este blog podéis encontrar recetas sencillas con las que aprender a cocinar platos dulces o salados que nos abrirán un mundo de sabores, texturas y emociones para el paladar.
sábado, 7 de febrero de 2015
Mermelada de pomelo
*** El otro día me regalaron 8 kilos de pomelos de los cuales, parte los hice mermelada para poder disfrutar de ellos durante más tiempo.
Hacer mermelada lleva trabajo, pero merece la pena porque cuando abres un tarro, te das el gustazo de saborear plácidamente aquello que hiciste con tanto mimo.
INGREDIENTES:
- 3k de pomelos
- 2 naranjas dulces
- 1 limón
- 2l de agua
- 2k de azúcar
ELABORACIÓN:
Lavamos las frutas con un cepillo para eliminar bien toda la suciedad que puedan tener.
Pelamos los pomelos, naranjas y limón procurando coger la menor cantidad posible de parte blanca.
Cortamos en Juliana fina todas las cortezas y las metemos en una olla de gran capacidad con 1l de agua.
Retiramos toda la parte blanca de las frutas dejando bien limpios los gajos.
Sacamos las semillas de cada uno de los gajos y los troceamos dejándolos según los vamos limpiando, en la olla donde tenemos las pieles con agua.
Metemos en saquitos las partes blancas y semillas, los atamos bien para que no se salgan y colocamos sobre la fruta troceada. Añadimos 1 litro de agua más y tapamos. Dejamos la olla en un lugar fresco de la cocina durante 24 horas.
Transcurrido este tiempo, sacamos los saquitos y exprimimos con las manos para sacar de ellos la gelatina que se ha producido en su interior y que ayudará a que espese la mermelada.
Ponemos la olla al fuego fuerte y cuando comience a hervir, bajamos a la mitad la fuerza del fuego para que no se pare la cocción con la olla destapada y dejamos que se cocine durante 2 horas removiendo de vez en cando con cuchara de madera.
Pasadas las 2 horas, si vemos que sigue teniendo mucho jugo, subimos el fuego para reducirlo un poco. Añadimos en pequeñas cantidades el azúcar a la vez que moveos la fruta y probamos el punto de dulzor que nos guste. No siempre es necesario poner todo el azúcar que indica la receta.
Veremos que al poner el azúcar, vuelve a salir más jugo. Bajamos al mínimo la fuerza del fuego y dejamos que cocine durante 1 hora más removiendo con frecuencia, porque al llevar el azúcar es más fácil que se agarre al fondo de la olla.
Preparamos los tarros que queramos utilizar para conservar la mermelada dándoles un hervor junto con sus tapas para esterilizarlos.
Llenamos los tarros ya limpios con la mermelada recién retirada
del fuego. Teniendo mucho cuidado de no quemarnos.
Se llenan hasta el borde casi rebosando para que quede la menor cantidad de aire en el interior.
Tapamos el tarro apretando todo lo que podamos la tapa.
Le damos la vuelta y seguimos llenando el resto de tarros hasta que ya no quede mermelada en la olla. Con este proceso, no es necesario hervir los tarros para que hagan vacío y se conservan perfectamente.
Dejamos que se enfríen completamente antes de volverlos y limpiarlos con un paño húmedo. Marcamos cada uno con el contenido y la fecha de elaboración. Y si somos un poco detallistas, podemos decorar las tapas con un trozo de tela o servilleta estampada y un cordel de color.
Guardamos los tarros en un lugar fresco y oscuro de la despensa y cuando abramos uno para consumir, lo mantendremos dentro del frigorífico para que se mantenga en perfectas condiciones.
El sabor y la calidad de estas mermeladas caseras son tan diferentes a lo que encontramos en el mercado que, cuando las pruebas, ya no quieres otra cosa.
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