miércoles, 2 de octubre de 2013

Tarta Sacher de Mayte


*** La tarta Sacher que os muestro en esta receta, no es la original, pero los cambios producidos la dejan a muy buena altura, sin nada que envidiar de la original.

   INGREDIENTES:

   Para el bizcocho

 - 1 yogur natural
 - 1 medida de aceite de girasol
 - 2 medidas de azúcar
 - 3 medidas de harina fina para repostería
 - 3 huevos frescos
 - 2 cucharadas colmadas de chocolate puro en polvo
 - 2 cucharaditas de moka de esencia de naranja
 - 1 sobre de levadura en polvo
 
   Para el relleno y la cobertura

 - 2 cucharadas de azúcar
 - 3 o 4 gotas de limón
 - 1/2 vaso de agua
 - 2 cucharaditas de moka de esencia de naranja
 - 200gr de chocolate negro intenso para fundir
 - 25gr de  mantequilla
 - 100ml de leche entera
 - 1 tarro de mermelada de cereza negra 
 - Azúcar glas


   ELABORACIÓN:

   ** Encendemos el horno a 180º posición aire forzado o en su defecto calor en parte baja. Rejilla a media altura.

   En un bol grande ponemos el yogur, la medida del envase de aceite, las dos medidas de azúcar y las dos cucharaditas de esencia de naranja, que no es ni más ni menos que piel seca de naranja molida.

   Mezclamos todo con ayuda de unas varillas metálicas y cuando esté bien ligado, incorporamos el chocolate en polvo pasado por un colador para tamizarlo y evitar los posibles grumos. Seguimos mezclando hasta obtener una crema de color intenso.

   Después, añadimos uno a uno los huevos, procurando intercalar entre uno y otro, las medidas de harina y sin dejar de remover con las varillas para que se forme una masa homogénea.

   La levadura la pondremos en la última medida de harina.

   Forramos la base de un molde circular desmontable con papel vegetal y engrasamos todo el interior, base y pared, con mantequilla.

   Vertemos la crema de chocolate en el molde y lo horneamos durante 30 minutos. Transcurrido éste tiempo, comprobamos que el bizcocho está totalmente cuajado. Para ello, golpeamos las paredes del molde, y si vemos que el bizcocho se mueve en el centro, lo dejamos otros 5 o 10 minutos más.

   Os comento éste truco, porque si pinchamos el bizcocho cuando aun le queda un poco por hacerse, lo único que conseguiremos es que se baje y se hunda en el centro.
 
   Sacamos el bizcocho del horno y dejamos que se temple un poco antes de desmoldar la pieza que hace de pared, pero la volvemos a colocar y una vez bien frío, lo podemos tapar con papel de aluminio y guardar en un sitio seco para que repose unas horas, o un día entero.

   Preparamos el almíbar colocando en un cazo dos cucharadas colmadas de azúcar con unas gotas de limón. Encendemos el fuego al mínimo y dejamos que se funda un poco el azúcar.
 
   Cuando empiece a tomar color dorado, y sin dejar de mover con ayuda de una cuchara de madera,  añadimos el agua y la esencia de naranja.

   Dejamos que cueza muy despacio para que la esencia deje su aroma y el agua pase a ser algo más melosa.

   Mientras tanto, ponemos otro cazo al baño María con la leche y la mantequilla.

    Troceamos el chocolate y cuando la mantequilla esté fundida, incorporamos el chocolate que no dejaremos de mover con la pala de madera para que se funda suavemente con la leche y la mantequilla.

    Si vemos que se calienta demasiado, podemos retirar el cazo de vez en cuando del calor para evitar que el chocolate se corte. Cuando esté completamente fundido, lo sacamos del baño María y reservamos.

   El almíbar lo tenemos colado y un poco templado. Ahora, pasamos la esencia del almíbar a un cuenco con parte de la mermelada y la mezclamos.

   Desmoldamos el bizcocho dejando la base con su papel y lo colocamos sobre la mesa de trabajo. Dividimos el bizcocho en dos con ayuda de un cortador de alambre y separamos la parte superior.

   Colocamos la parte inferior del bizcocho sobre un bol para elevarlo y poder trabajar con más facilidad.

   Bañamos ésta parte con el almíbar ayudándonos de un pincel de cocina.

   Cubrimos  con la mermelada que tenemos en el cuenco y distribuimos por toda la superficie procurando que no llegue a los extremos.

   Colocamos la otra pieza del bizcocho sobre la mermelada y presionamos ligeramente para que se quede firme. Si por casualidad sale un poco de mermelada, la quitamos con un papel de cocina.

   Como la cobertura de chocolate la tenemos un poco templada, nos será más fácil trabajarla. 

   Colocamos cucharadas de chocolate sobre el bizcocho ya relleno procurando empezar por el centro y con ayuda de una pala de plástico vamos extendiendo la cobertura por toda la superficie el bizcocho y arrastrando hacia los laterales.

   Ésta es la parte más complicada de la elaboración, pero veremos que la textura del chocolate es cremosa y a la vez grasienta, por lo que si la pala es de plástico, el chocolate no se quedará pegado y nos será más fácil extenderlo.

   Pasamos la tarta al frigorífico y dejamos que se enfríe unas horas o todo un día.
 
   Con el chocolate que nos ha quedado de la cobertura, podemos rellenar unos moldes de silicona con forma de pétalos o corazón y dejar enfriar en el frigorífico.

   Sacamos la tarta del frigorífico una hora ántes de consumirla y procedemos a decorarla con un poco de azúcar glas y los corazones de chocolate. 

   Cuando cortemos la tarta, notaremos que la cobertura no se rompe y es algo cremosa pero consistente.

   Ahora sólo queda deleitarse con su aroma y sabor, dejándonos llevar por el placer de degustar algo tan sublime.



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