martes, 7 de octubre de 2014

Mermelada de melón


  *** Cuando nos sale un melón bueno se come en un momento, pero cuando no está en su punto de sabor o se ha pasado un poco y vemos que nadie lo quiere, tenemos que ser prácticos y transformarlo en un producto que va a ser consumido de forma diferente. Como por ejemplo una exquisita mermelada con la que podremos untar la tostada del desayuno o rellenar algún hojaldre...



   INGREDIENTES:

 - 500g de melón ya limpio de piel y semillas
 - 170g de azúcar
 - 1 limón



   ELABORACIÓN:

   Como podéis ver, la proporción de azúcar es muy inferior a la tasa que normalmente se pone para hacer una mermelada, pero yo siempre rebajo mucho esta tasa porque me gustan las mermeladas con sabor a fruta y no a azúcar. También hay que tener en cuenta el punto de maduración, ya que una fruta muy madura es mucho más dulce que otra más entera.



   Cortamos el melón en rajas gordas y las limpiamos de piel y semillas hasta que tengamos todo el melón limpio.


   Procedemos a cortar a su vez esas rajas en trozos más pequeños que iremos dejando en un bol.



   Encendemos el fuego y ponemos en la olla todo el azúcar junto con dos cucharadas de zumo de limón.




   Dejamos que se tueste muy lentamente y removiendo de vez en cuando para que se haga por igual.


   Cuando tengamos el azúcar caramelizada, incorporamos el melón troceado y el resto del zumo de limón.



   En esta receta he caramelizado el azúcar para dar un toque de sabor diferente a la mermelada.


    Removemos con la cuchara de madera y dejamos cocer a fuego lento el tiempo necesario para que se consuma todo el jugo que suelta y nos quede una textura melosa.


   Es importante mover con la cuchara de vez en cuando para que no se agarre al fondo y de paso ayudamos a que se rompan los trozos de fruta.



   Cuando tengamos la mermelada en su punto y recién apartada del fuego, la vertemos en tarros de cristal esterilizados llenándolos justo hasta el borde para que al cerrarlos y darles la vuelta, no les quede nada de aire en el interior. De esta forma, se conservan perfectos durante un mes en el frigorífico, pero si queremos conservarlos más tiempo y en la despensa, tendremos que meterlos al baño María y dejar que cuezan mínimo media hora.

  

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